Cali, octubre 9 de 2010
LA NEVERA:
Escrita por: Edwin Taborda Piedrahita
Tres personajes: Él, Ella y Hombre.
Ella, es una mujer vieja con zapatos pesados.
El, es un hombre joven y obeso.
Al Hombre en el rostro solo se le ven los ojos.
El espacio: La misma nevera de dimensiones inauditas
Tiempo: Indescriptible
Escena Dos:
El, pela un banano hasta la mitad, tan lento que parece disfrutar del sonido que produce la cascara al rasgarse .Ella, salta varias veces tratando de alcanzar una perilla verde que esta prendida del techo, quiere girarla para modificar algo pero el peso de sus zapatos la aferra al piso y no deja que su salto sea lo suficientemente alto para lograr su objetivo; parece que lleva un buen rato en el intento porque está muy alterada.
Ella: Un intento más… si! Ya casi la tengo. (Grita) La toque, la toque si! ¿Viste?
Él: Y Santa Martha? (mientras muerde el banano)
Ella: (saltando de nuevo) Ya sé que has imaginado… (Pausa)(Pasa un auto azul que vuela a un millón de años luz, con un sistema de calefacción tan alto que le brocea la barriga a Él y deja negras las cascaras del banano)… Mover la perilla, solo mover la perilla (salta y no la alcanza)… La carne! (corre histérica por todo el recinto)… Que no se acabe la carne no! La carne no!... (Se golpea cincuenta y seis veces fuertemente la cabeza contra una puerta que parece puerta pero no se puede abrir, mientras grita, la carne!, la carne!, la carne!…)
Él: (contemplándola a Ella y al banano rostizado)… Y si es Cali?
Ella: (deja de golpearse con la puerta y dirige su mirada nuevamente a la perilla que está en el techo) Esta vez… Si puedo… alcanzarla… porque yo… soy capaz (salta y no la alcanza, grita)
Él: (se levanta, y grita como queriendo callarla)… El chocolate muerde como la risa?
Ella, Lo abraza y le da un beso apasionado. El, avergonzado saca un papel descolorido que lleva guardado en el bolsillo trasero de su pantalón hace tres años, lo desenvuelve y ahora es tan grande que llega hasta el piso. Intenta leer. Ella en un impulso súbito saca sus audífonos de diadema y se los pone como si no quisiera escuchar lo que El se dispone a leer.
Entra un Hombre, en el rostro, solo se le ven los ojos. Camina silencioso y en puntapié, cuenta cada paso que da. Trae un ataúd de dimensiones inauditas sobre el hombro y lo deja justo al lado de Él y Ella y sale de la misma manera que ha entrado. El y Ella interrumpen lo que están haciendo y lo observan. Inmediatamente el Hombre ha salido, El y Ella se observan, saltan de alegría, se abrazan como empujados por un recuerdo. Bailan y cantan…
“que todo que todo que todo qué, que todo el mundo te cante, que todo el mundo te mime, Celoso estoy pa`que mires, no me voy más ni por miles”
Ella: Haaa! Es hermoso este ataúd, me recuerda esa época dorada de los años cincuenta. Pero es el mismo! no ha cambiado en nada! ( acaricia el ataúd y le da un beso)…Haaa! Y su aroma! Este es de la colección del cincuenta y seis lo recuerdas? (pausa)
(Pasa el mismo auto azul a un millón de años luz, pero esta vez la estela de calor es tan fuerte que le deja el rostro colorado y los pelos chamuscados a Él)
Él: Es obsoleto!, ya no nos sirve de nada, es una colección muy vieja y su madera está apolillada.
Ella: No está apolillada! El paso del tiempo ha dibujado en él su propio contenido, vez?... Se transmuta para dejar de ser, lo que contiene pasa a ser contenido, porque su fin no es ser ataúd! Su finalidad es contener. Contener qué?
Él: El paso del tiempo?
Ella: Si! (se dirige al ataúd) Esta maravilla de la creación aparentemente apolillada, contiene el tiempo suficiente en que un hombre o una mujer dejan de ser.
Él: (todavía con los pelos chamuscados) Por la cantidad de tiempo?
Ella: No!... Porque contiene el tiempo si! Pero el tiempo es la evidencia física de la muerte y solo los que dejan de ser permanecen en la muerte…
Él: No, no, no, no! La memoria y los recuerdos también permanecen en el tiempo y aun así no dejan de ser
Ella: muy interesante y lo apoyo! Pero un recuerdo… como el del cincuenta y seis, permanece vivo estando muerto ya… Y como? La muerte es una experiencia que solo adquiere forma en la vida. La muerte en la muerte solo es un agujero que se contiene así mismo.
Él: y la carne?
Ella se queda inmóvil y en silencio, El, la observa por un instante, camina lento como controlado por la inmovilidad de Ella, toma un banano de uno de los estantes, vuelve a sentarse, pela el banano hasta la mitad tan lento que parece disfrutar del sonido que produce la cascara al rasgarse. Se queda inmovilizado contemplando el banano en su mano. Ella se ha quedado de pie y ahora contempla sus zapatos, tienen el color envejecido que les ha puesto el paso del tiempo su forma es poliédrica y su estructura tan compacta como un bloque de hierro. En la mirada de Ella se nota un deseo incontrolable de liberarse de sus zapatos pero es imposible hacerlo. Se agacha, acaricia uno de ellos, parece que la sensación de tocarlo le produce placer y ahora se queda inmóvil ante ese contacto.
(Silencio prolongado que no dura más de una hora)
Él: (todavía contemplando el banano) La montaña más alta tenia forma de banano, lo recuerdas?
Ella: (sumergida en su inmovilidad) El hijo también comió!
Él: No! Solo parecían ovejas!
Ella: Jamás caminé tanto tiempo bajo el sol!
Él: y la mujer en la ventana!
Ella: (sonríe…) yo me lave las manos en el manantial pero no tome agua… te juro que no tome ni una sola gota!
Él: se comía las uñas, al atardecer!, por temor!(ríe…)
Ella: (ríe con el…) fue la primera vez que corrí tanto y llevando todo ese peso encima (ríe incontroladamente)
Él: Y la carne? (pausa)
Entra nuevamente el Hombre con el mismo sigilo que entro antes pero esta vez trae puestos unos guantes negros de caucho. Sin ningún tipo de dificultad mueve la perilla que Ella con tanta insistencia no logro alcanzar, es un compartimento del que ahora sale un humo helado. El Hombre mete las manos en él y saca trozos de cuerpos congelados, algunas piernas, brazos y dos cabezas; la de Él y la de Ella, las pone dentro del ataúd que esta sobre la mesa, cierra el compartimento y sale con el ataúd sobre los hombros de la misma manera que antes entró. Ella y Él se miran aterrorizados sin decir una sola palabra. (Pausa)
Pasa el auto azul que vuela a un millón de años luz, esta vez su estela de calor es tan inmensamente fuerte que dentro de la nevera queda solo un incandescente foco de luz. Él y Ella desaparecen en la luz.
FIN